Un cuento*
José Emilio Pacheco
La gente lo miraba primero con curiosidad, luego con asombro, más tarde con burla, por último con desprecio. Hasta que él no resistió ya y mientras esperaba su coche en el estacionamiento y un grupo de doce personas se reunía en torno suyo, gritó: -¿Qué me ven?- e iba a añadir el sabido y ya bastante anacrónico: “¿Tengo monos en la cara?”, cuando se volvió hacía el espejo de la florería y los descubrió: unos metiéndose en sus cejas, otros trepando con la cola en ristre por su nariz, algunos más sentados con expresión ausente entre sus bigotes.
* Tomado de El cuento, Revista de Imaginación. nro. 49.
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