Los hermanos
Despertaba y salía a saludar, de lejos, a su hermano gemelo que vivía enfrente, en una caverna como la suya; pasaban largas horas contemplándose, en la misma actitud, haciendo los mismos gestos, las mismas señas. Después se despedían y se retiraba cada uno a su refugio.
Pero un día, un enorme pterodáctilo se estrelló contra el gigantesco espejo, quebrándolo en mil pedazos que se regaron al pie de la montaña. A veces, entre los destellos que se elevan del abismo, le parece ver el rostro de su hermano.
Amós Bustos T.
No 71, Enero-Marzo 1976
Tomo XI – Año XI
Pág. 572
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